Fabelo 2002 – 2010
Caridad Blanco / Rafael Acosta
La primera vez que Roberto Fabelo presentó una muestra personal en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba fue en 1988. Se abrió paso en aquellas salas con un conjunto de sus dibujos explayado en una dinámica estructura instalativa.
Porciones de tamaños diversos se expandieron en el espacio, en el tiempo, dilatando la fuerza de Fragmentos vitales, que como exhibición, resumió una etapa comprendida entre 1984 –año en que el artista recibiera el Premio Internacional de Dibujo Armando Reverón en la I Bienal de La Habana–, y 1987, momento en que fueron realizadas casi la totalidad de las piezas y expuestas además en el Museo de Arte Moderno de Ciudad México.
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Su obra reciente resulta el trazo definitivo de una perturbación esencial: la inquietud por el futuro. Inquietud donde lo universal impregna toda inmediación, y viceversa, en esecontinuo de marejadas que nos revela su pensamiento. Así se avistan contingencias múltiples como la que descubre Calentamiento local, masa de agua presta a salirse de control, y mientras ese piélago interior lidia con sus circunstancias, Fabelo ha llevado más allá la tormenta equiparándola con la fuerza bruta de ese Volcánque es hambre amontonada; calderos rugientes empinándose en boca heráldica, para luego, por medio de esculturas en resina, fijar esa metáfora de la inconsecuencia humana con el entorno que es Sobrevivientes, escena que protagonizaron sus kafkianas criaturas durante la X Bienal de La Habana. Aquellos cuerpos híbridos, ascendiendo por la fachada del museo, en fuga hacia la luz, resultaron elocuente aprehensión del desasosiego y la angustia del mundo contemporáneo, en tanto dibujaban también la ruta de ese mar que en Roberto Fabelo no cesa en desbordamientos.