Malecón, Luis Enrique Camejo. 2011

Ariel Camejo, Luis Enrique Camejo, Eusebio Leal, José Veigas

Cada día recorro este camino, al punto que es uno de los lugares de La Habana que puedo desandar a ciegas. Pocos conocen los pormenores de la ardua e intensa batalla para preservar la imagen de esta zona de la ciudad, la que fue y ha de ser su sonrisa, su rostro ante el mundo…

Dicho esto, me acerco a la obra de Luis Enrique Camejo, a la inspiración que le ha permitido dejar sobre el lienzo su intensa impresión del paisaje urbano: la perpetua batalla entre las olas y el muro que, en días de bonanza, es zaguán de espera y cuyos pilares se tornan reclinatorio gentil de los enamorados. Sentados en el malecón, Los jóvenes debaten sobre los temas de su generación en improvisadas tertulias; asomados a su pretil, los pescadores confían en que la luna conceda fortuna a la pesca promisoria.

A José Veigas -amigo tan querido- se debe la curaduría de este precioso catálogo. Su amplia ilustración y el conocimiento fehaciente de la historia del arte le inspiran a colocar la obra de este joven maestro como una página más en su meritoria labor como crítico.

Queda entre nosotros el perfil de Luis Enrique, trazado con rigor y justeza que exaltan su dominio del oficio, su conocimiento de la técnica y su capacidad para apreciar el color único de La Habana. Porque es cierto que el pintor logra sumirnos en un estado de expectativa que antecede al gozo de la contemplación, descubriéndonos la belleza incomparable del paisaje al rasgar el velo decadente que parece cubrirlo. Quedamos atrapados en el mundo interior de su paleta como parte de un juego inequívoco con los efectos de luz y sombra.

Así, en sus cuadros se percibe la huella húmeda de nuestra pisada cuando las aguas han rebasado los límites de esa suerte de diván gris que se prolonga, zigzagueante, en el horizonte. A nuestro paso se multiplican los faroles que, empinados como báculos, esparcen una luz queda, dorada o atenuada sobre las aceras y portales.

Luis Enrique Camejo ha coincidido con la percepción de Víctor Manuel García al tomar como modelo este lungamare e inmortalizarlo en sus cuadros. Sirvan entonces mis palabras c0mo una exhortación a disfrutar de la obra de este joven maestro, quien ha sido capaz de descifrar parte del enigma que convierte a esta ciudad en una de las más sugerentes del planeta.

Eusebio Leal Spengler